Es
la sugestión que se da el individuo a sí mismo, programando, escogiendo y
adaptando su personalidad a sus necesidades. Las sugestiones debe utilizarse
de forma correcta, es decir, cuando ocurre una circunstancia donde apreciamos
un dolor en nuestro cuerpo, debemos en vez de negarlo radicalmente, ir disminuyéndolo,
diciendo por ejemplo: “El dolor desaparece lentamente, va desapareciendo el
dolor, desaparece y cada momento me siento mejor”… seguimos hasta que culmine dicho dolor. Vamos
polarizando la situación que queremos cambiar, desde el lado negativo para ir pasando lentamente al
lado positivo.
El primer paso para aplicar la
autosugestión es, estar consiente que
tenemos algo que transformar, luego debemos entrenar nuestra voz, vista, seguridad personal y utilizarla de forma indicada para que
no sea adversa.
Hablemos de El efecto Pigmalión, en psicología y pedagogía, es uno de los sucesos que describe, cómo la creencia que tiene una persona puede influir en el rendimiento de otra. Este efecto concentra en sí que “si tratamos a un ser humano como es, seguirá siéndolo. Pero al tratarlo como puede llegar a ser y se convertirá en lo que puede ser”. Un ejemplo muy cotidiano de esto, es cuando a un niño desde muy pequeño se le dice que es la “oveja negra de la familia”, y constantemente se le refuerza a través de las sugestiones, este ser está destinado a cumplir con la profecía que desde niño se le decía. Cabe destacar el dicho que dice que “Tanta veces se repite una mentira hasta que se convierte en realidad”. Repetimos tanto algo que terminamos convenciéndonos a nosotros mismo y a los demás que es cierto. Tengamos siempre presente que cuanto más se refuerce las expectativas más eficazmente será su realización.
Cuando concentramos
toda nuestra atención de forma reiterada en una cosa o emoción, esta se
tiende a realizar naturalmente. En nuestra
mente actúan dos fuerzas mentales: La fuerza de voluntad y la imaginación. Para
adquirir el éxito deseado debemos orientar estas dos fuerzas hacia una misma
dirección, de la mano con el sentimiento o emoción que le pongamos a nuestro
anhelo. Recordemos que un sentimiento fuerte siempre va a desplazar a un deseo
débil.