lunes, 23 de noviembre de 2015

La Autosugestión:


Es la sugestión que se da el individuo a sí mismo, programando, escogiendo y adaptando su personalidad a sus   necesidades. Las sugestiones debe utilizarse de forma correcta, es decir, cuando ocurre una circunstancia donde apreciamos un dolor en nuestro cuerpo, debemos en vez de negarlo radicalmente, ir disminuyéndolo, diciendo por ejemplo: “El dolor desaparece lentamente, va desapareciendo el dolor, desaparece y cada momento me siento mejor”… seguimos  hasta que culmine dicho dolor. Vamos polarizando la situación que queremos cambiar, desde el  lado negativo para ir pasando lentamente al lado positivo.
     El primer paso para aplicar la autosugestión es, estar consiente que tenemos algo que transformar, luego debemos entrenar nuestra voz, vista,  seguridad personal  y utilizarla de forma indicada para que no  sea  adversa.

 Hablemos de  El efecto Pigmalión, en psicología y pedagogía, es uno de los sucesos que describe, cómo la creencia que tiene una persona puede influir en el rendimiento de otra. Este efecto concentra  en sí que “si tratamos a un ser humano como es, seguirá siéndolo. Pero al tratarlo como puede llegar a ser y se convertirá en lo que puede ser”. Un ejemplo muy cotidiano de esto, es cuando a un  niño desde muy pequeño se le dice que es la “oveja negra de la familia”, y constantemente se  le refuerza a través de las sugestiones, este ser está destinado a cumplir con la profecía que desde niño se le decía. Cabe destacar el dicho que dice que  “Tanta veces se repite una mentira hasta que se convierte en realidad”. Repetimos tanto algo que terminamos convenciéndonos a nosotros mismo y a los demás que es cierto. Tengamos siempre presente que  cuanto más se refuerce  las expectativas más eficazmente será su realización.


  Cuando concentramos toda nuestra atención de forma reiterada en una cosa o emoción, esta  se tiende a realizar naturalmente. En nuestra mente actúan dos fuerzas mentales: La fuerza de voluntad y la imaginación. Para adquirir el éxito deseado debemos orientar estas dos fuerzas hacia una misma dirección, de la mano con el sentimiento o emoción que le pongamos a nuestro anhelo. Recordemos que un sentimiento fuerte siempre va a desplazar a un deseo débil. 

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